Mi reseña:

«Lloro, a lágrima viva, como decía Girondo. Lloro porque me arden los ojos y me duele el resto, lloro tu olvido, la obviedad de tu abandono, lloro el futuro que no veo. Me siento en un tronco a llorar, me entrego a la humedad en mi rostro y la presión en el pecho. Me dejo asfixiar hasta que me siento vacía por dentro».
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Primero quiero decir: me encantó esta colección de cuentos.

Un niño no duerme si la ventana de su habitación no está abierta. Una chica le habla al hombre que la secuestró y la obligó a ser testigo de otros secuestros. Otra chica visita a su abuela en el geriátrico y recibe un regalo inesperado. Una mujer espera que la muerte se la lleve, pero solo la visita para decirle que termine lo que tiene que hacer. El extremo calor prende fuego a la gente y la vuelve cenizas. Una señora escucha vida en un departamento vacío. Una mujer está a punto de parir en el medio de una inundación. Una alumna le roba todo el conocimiento a su profesora particular hasta dejarla vacía.

«Una ventana abierta» es una colección de cuentos cortos que exploran lo cotidiano, los vínculos, la vejez, la muerte; reflexionan sobre la religión, el dinero, el privilegio de clase y más. Son muy sensoriales y tienen un mood perturbador y apocalíptico.

Un libro de 80 páginas con 16 relatos breves, muy bien escritos y con finales inesperados que te dejan...  . ¿Qué más necesitamos?

Editorial: Trapezoide