Mi reseña:

“Pero como si el chusmerío de los de afuera no alcanzara, estábamos nosotros mismos, los internos del castillito, así le decían ustedes; para mal de males, la acústica era un desastre, a través de nuestras paredes de pochoclo se oía el soplido de cualquier respiración, el cierre de cajones, postigos, puertas, hasta el reptar de las lombrices en la tierra; sin olvidar que, además de escuchar, estaba la opción de ver, desde mi casa y la tuya se veía perfectamente el jardín, todo lo que pasaba era público, panorámica de conventillo, ¿no es cierto?”
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Charo Almeida, hoy una exitosa dramaturga, recibe de su padre unos diarios personales, cartas con instrucciones, fotos y videos que su madre Leila le dejó antes de morir para que reconstruyera la historia sobre los años que vivieron en el castillito. Cuando Charo cursaba segundo grado, sus abuelos maternos les compraron un departamento en un complejo a estrenar, para que pudieran vivir más cómodos. Todo se veía muy bello desde afuera, la carcaza pintoresca del edificio los ilusionó. Y los engañó, porque no sabían que se estaban mudando a un lugar en donde el límite entre lo privado y lo público no existía. Podían escuchar absolutamente todo lo que hacían los vecinos. Leila, traductora y escritora frustrada, y Fernando, psicoanalista, padres de Charo; los Vilendi: Gloria, astróloga y tarotista, ruidosa y avasallante, su marido Martín y su hija Vicky; Silvina, la chica bella y flaca, y su marido casi ausente y adicto al trabajo; Camilo solterón eterno; todos viviendo separados pero juntos en una montaña rusa de emociones y conflictos. El libro está dividido en cinco partes; la primera se llama “Cimientos”, aquí se comienza a construir la historia, los Almeida se mudan y los lectores conocemos a los personajes. Luego sigue “Andamiajes”, los vecinos comienzan a conocerse, y los vínculos se construyen; el tercer capítulo se llama “Exteriores” y es cuando todos comienzan a compartir momentos en el jardín común del edificio, como si fueran una gran familia. 
En “Interiores”, a raíz de un escándalo, los personajes se repliegan, y por último “Escombros y reconstrucción”, parte en la que conocemos las secuelas en la vida de los vecinos del castillito. Una prosa sencilla y muy divertida, que no deja de crear tensión y misterio, de a poquito, que le permite así al lector ir construyendo el misterioso quiebre.

Editorial: Compañía Naviera Ilimitada