Mi reseña:

“Era como ir en un tren de alta velocidad en un camarote amplio y silencioso desde el que se veían tanto las estaciones y los paisajes como la gente que pasaba por el pasillo, la que bajaba y subía, y daba la sensación de que no sabían que estaban bajando y subiendo, de que no eran conscientes del movimiento, como no lo hubiéramos sido nosotros de haber puesto un pie fuera de aquella realidad aparte, la cárcel en que el verdadero castigo es la brutal conciencia de todo.”
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Debo confesar que con los libros, la música y el cine lagrimeo fácil. Todo nos sale bien me angustió, y mucho. Y por varios motivos. La historia es un testimonio real de lo que la autora vivió; es un relato tan fiel que ni los nombres de los personajes fueron cambiados. Julia Coria nos cuenta cómo vivieron ella y sus hijos la enfermedad de Fabián, su marido, su amor. Cuando pensaban que todo les salía bien, Fabián es diagnosticado con cáncer de esófago.
Hace unos años me diagnosticaron un cáncer no muy amigable (aunque ningún cáncer lo es), y me hice la pregunta que mucha gente se hace y que en general escucho respuestas un tanto triviales o quizás inverosímiles: qué haces si te dicen, lo siento mucho, le queda poco tiempo. “Me la pasaría viajando”, “Haría todo lo que me quedo pendiente”. En ese momento me pareció tan banal. Sin ánimos de juzgar las reacciones de otras personas, pero no fue lo que pensé y sentí yo. Sí hay una angustia por lo que uno no va a llegar a vivir, pero mis mayores miedos y sensaciones más fuertes fueron el dolor y deterioro físico, la sensación de injusticia y la angustia de mis seres queridos. Me di cuenta que le tengo mucho miedo a la cuenta regresiva palpable. Gracias al universo, la tierra, dios, como sea que lo llamemos, finalmente fue sólo, aunque no menor, el momento de transformación personal más profundo que viví en mi vida, y hoy, soy otra.
Un doloroso y excelente relato sobre la despedida de un amor que se escapa de las manos pero que más que nunca se arraiga al corazón.

Edirtorial: Odelia

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