Mi reseña:
"Clara murió. / Me lo informa telefónicamente un policía anónimo mientras miro Sopa de Ganso tumbado en la cama, masticando los restos de comida que habíamos cenado juntos la noche anterior. Puedo sentir los hilos cortándose sobre mi cabeza. La breve sensación de incredulidad se desvanece rápidamente. Murmuro algunas palabras vacías que se desintegran en el aire. Clara está muerta y afuera no para de llover. En el televisor Groucho toma nota del teléfono de una bailarina tatuada en el antebrazo de Harpo. Se oyen ladridos lejanos. Es todo lo que puedo recordar."
_______________________
Así comienza la novela del escritor rosarino Marcelo Vera. El narrador de esta historia recibe la noticia de que su mujer, Clara, ha muerto en un accidente automovilístico. Desde la primera línea, buceamos junto a un alma destrozada por la oscuridad de un duelo desgarrador. El mundo como lo conocía dejó de existir, se esfumó para siempre, para no ser lo que era. Nunca más. Todo se torna borroso; cajas de calmantes dinamitadas por la casa adormecen la sombría realidad. La voz de Clara que resuena en cada rincón logra que se sienta "mortalmente solo". Duerme vestido, no se baña, no siente hambre, se pasa los días oliendo su perfume; se niega incluso a tirar la comida de la heladera, no importa que se esté pudriendo porque la cocinó Clara. Cada movimiento que logra hacer lo hace con la urna con las cenizas. Clara no está. Clara está en todos lados. El miedo palpable a una vida sin ella lo toma por completo. El miedo a olvidar también. ¿Por qué Clara? ¿Por qué?
"Solo" es una novela de 95 páginas cargada de intensidad. El dolor del alma se hace inevitablemente propio. Que gran incógnita es la muerte. Sí, el corazón deja de bombear sangre, el cuerpo se congela. Pero la muerte es más que eso. Es un ser querido que se va para siempre, al que nunca más podremos abrazar o decirle algo lindo. La vida es así, viene con la muerte. Y sólo nos queda el recuerdo de una voz, de una risa, de un llanto, del tacto, del aroma personal. Dicen que el día en que los momentos felices compartidos nos hagan sonreír más que llorar llega. Ojalá así sea.
Editorial: La Pollera Ediciones
Solo - Marcelo Vera
Mi reseña:
"Clara murió. / Me lo informa telefónicamente un policía anónimo mientras miro Sopa de Ganso tumbado en la cama, masticando los restos de comida que habíamos cenado juntos la noche anterior. Puedo sentir los hilos cortándose sobre mi cabeza. La breve sensación de incredulidad se desvanece rápidamente. Murmuro algunas palabras vacías que se desintegran en el aire. Clara está muerta y afuera no para de llover. En el televisor Groucho toma nota del teléfono de una bailarina tatuada en el antebrazo de Harpo. Se oyen ladridos lejanos. Es todo lo que puedo recordar."
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Así comienza la novela del escritor rosarino Marcelo Vera. El narrador de esta historia recibe la noticia de que su mujer, Clara, ha muerto en un accidente automovilístico. Desde la primera línea, buceamos junto a un alma destrozada por la oscuridad de un duelo desgarrador. El mundo como lo conocía dejó de existir, se esfumó para siempre, para no ser lo que era. Nunca más. Todo se torna borroso; cajas de calmantes dinamitadas por la casa adormecen la sombría realidad. La voz de Clara que resuena en cada rincón logra que se sienta "mortalmente solo". Duerme vestido, no se baña, no siente hambre, se pasa los días oliendo su perfume; se niega incluso a tirar la comida de la heladera, no importa que se esté pudriendo porque la cocinó Clara. Cada movimiento que logra hacer lo hace con la urna con las cenizas. Clara no está. Clara está en todos lados. El miedo palpable a una vida sin ella lo toma por completo. El miedo a olvidar también. ¿Por qué Clara? ¿Por qué?
"Solo" es una novela de 95 páginas cargada de intensidad. El dolor del alma se hace inevitablemente propio. Que gran incógnita es la muerte. Sí, el corazón deja de bombear sangre, el cuerpo se congela. Pero la muerte es más que eso. Es un ser querido que se va para siempre, al que nunca más podremos abrazar o decirle algo lindo. La vida es así, viene con la muerte. Y sólo nos queda el recuerdo de una voz, de una risa, de un llanto, del tacto, del aroma personal. Dicen que el día en que los momentos felices compartidos nos hagan sonreír más que llorar llega. Ojalá así sea.
Editorial: La Pollera Ediciones
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