Mi reseña:

“Son inmensas. Resplandecen sobre sus lomas de césped fresco, brillantes por la luz fuerte del atardecer. Mi madre suspira y, sin soltar el volante, recuesta su espalda en el asiento. No va a decir mucho más. Quizá no sabe qué más decir. Pero esto es exactamente lo que hacemos. Salir a mirar casas. Salir a mirar casas de los demás. Intentar descifrar eso ahora podría convertirse en la gota que rebalsa el vaso, la confirmación de cómo mi madre ha estado tirando a la basura mi tiempo desde que tengo memoria.”
____________________
Hace mucho que tenía pendiente leer este libro; todo lo que leí de Samanta me pareció increíble. Y este también. Siete cuentos inquietantes, realmente perturbadores; se sienten como pesadillas hechas realidad. No hay ni fantasmas, ni monstruos, ni ningún tipo de irrealidad o personaje fantástico. Y eso los hace aún más angustiantes, más intenso es el nudo en la boca del estómago.
La locura, la obsesión inexplicable, la demencia que viene con la edad, la muerte, la angustia por la pérdida y por la desorientación, las ganas de salir corriendo, el hartazgo, la confianza ciega de un niño que desespera a sus padres… hay que leerlo para sentirlo. Siete casas vacías es de esos libros que sentís que no vas a poder con la angustia pero que más vale seguir espiando entre dedos que cerrarlo.

Editorial: Páginas de espuma