Mi reseña:

"Lo único significativo de la práctica es detener la agitación mental. Sorprendentemente, el cansancio físico colabora con este objetivo, quizás porque siento que sigo durmiendo mientras una parte mía está despierta y observa mi mente en calma. [...] cuando me siento a meditar después de dormir mal y de forma entrecortada, enseguida entro en ese estado semidespierto consciente tan hermoso."
___________________________
Hace 10 años que la protagonista de "La luz y la montaña" se sienta todas las mañanas a meditar. Las sierras de Córdoba, donde recientemente se mudó junto a su pareja y su hija de 4 años, prometían ser un contexto ideal para sostener la práctica y afianzar su camino espiritual. Después del nacimiento de Aurora, quien se transformó inesperadamente en parte del plan, la práctica se volvió igual de necesaria como difícil. ¿Es la maternidad compatible con una vida espiritual plena? En esta pregunta se centra principalmente la segunda novela de la escritora argentina Soledad Urquía.
La voz en primera persona y el formato de diario en que está escrita nos sumergen en una rutina familiar y personal. Sin embargo, quisiera resaltar la delicadeza de la pluma al transformar en palabras lo que sucede o lo que podemos sentir cuando meditamos. Hace unos meses, hice mi primer retiro de meditación Vipassana. Estuve 10 días en silencio, sin leer ni escribir, sin hablar y meditando 10 horas por día. Suena tremendo, pero fue muy, muy hermoso. Cuando quiero explicar lo que siento al meditar, veo las expresiones confusas de la gente. Sí, es difícil de explicar con palabras. Y Soledad Urquía lo hace hermosa y maravillosamente.
"La luz y la montaña" es una novela bella que reflexiona sobre la compatibilidad entre la maternidad y la búsqueda de una vida espiritual. Al leerla, me dieron ganas de dedicarle más tiempo a la meditación de lo que hago. Estoy segura de que a vos, si meditas, te va a pasar lo mismo y, sino lo haces, seguramente quieras experimentarlo. Más si tenés mucha agua en tu carta natal.

Editorial: Tenemos las máquinas

La luz y la montaña - Soledad Urquía

$17.900,00
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"Lo único significativo de la práctica es detener la agitación mental. Sorprendentemente, el cansancio físico colabora con este objetivo, quizás porque siento que sigo durmiendo mientras una parte mía está despierta y observa mi mente en calma. [...] cuando me siento a meditar después de dormir mal y de forma entrecortada, enseguida entro en ese estado semidespierto consciente tan hermoso."
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Hace 10 años que la protagonista de "La luz y la montaña" se sienta todas las mañanas a meditar. Las sierras de Córdoba, donde recientemente se mudó junto a su pareja y su hija de 4 años, prometían ser un contexto ideal para sostener la práctica y afianzar su camino espiritual. Después del nacimiento de Aurora, quien se transformó inesperadamente en parte del plan, la práctica se volvió igual de necesaria como difícil. ¿Es la maternidad compatible con una vida espiritual plena? En esta pregunta se centra principalmente la segunda novela de la escritora argentina Soledad Urquía.
La voz en primera persona y el formato de diario en que está escrita nos sumergen en una rutina familiar y personal. Sin embargo, quisiera resaltar la delicadeza de la pluma al transformar en palabras lo que sucede o lo que podemos sentir cuando meditamos. Hace unos meses, hice mi primer retiro de meditación Vipassana. Estuve 10 días en silencio, sin leer ni escribir, sin hablar y meditando 10 horas por día. Suena tremendo, pero fue muy, muy hermoso. Cuando quiero explicar lo que siento al meditar, veo las expresiones confusas de la gente. Sí, es difícil de explicar con palabras. Y Soledad Urquía lo hace hermosa y maravillosamente.
"La luz y la montaña" es una novela bella que reflexiona sobre la compatibilidad entre la maternidad y la búsqueda de una vida espiritual. Al leerla, me dieron ganas de dedicarle más tiempo a la meditación de lo que hago. Estoy segura de que a vos, si meditas, te va a pasar lo mismo y, sino lo haces, seguramente quieras experimentarlo. Más si tenés mucha agua en tu carta natal.

Editorial: Tenemos las máquinas