Mi reseña:

"La realidad es que el mundo se le cayó al suelo y se hizo añicos, en tantos pedacitos pequeños que ni por mucho esfuerzo lograría juntarlo todo de nuevo. Por más que lo intentara, siempre iba a quedar un agujerito aquí, una pieza faltante por allá. Así estaba su mundo hoy: lleno de grietas".
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Kintsugi es un término japonés que quiere decir "reparar con oro". Sin embargo, con el tiempo, el término trascendió lo material para tomar también un sentido espiritual. Kintsugi también quiere decir aceptar el daño. Una ruptura, un quiebre, no necesariamente termina con el desecho de una pieza; una experiencia dolorosa puede, eventualmente, favorecer en lo personal. Muy escorpiano, ¿no?
Kintsugi es una novela que narra una historia familiar. Está escrita en tercera persona y cada capítulo se enfoca en un personaje. Así, en retazos, vamos armando las piezas fragmentadas de esta historia quebrada por el abandono. Hay quienes rellenan las grietas del desamparo con vínculos deshonestos, otros con falsos matrimonios felices, con la maternidad o la paternidad, con profesiones demandantes, con escapadas fugaces o definitivas, la invisibilidad o la muerte.
¿Cómo y con qué rellena cada uno sus grietas? Les recomiendo mucho esta novela; me pareció hermosa y profunda. Mucha energía escorpiana y acuariana; dos energías de por sí distantes, pero cuando se trata de conectarnos con nuestro dolor, la distancia respecto de las emociones y la chance de huir acuarianas son siempre una posibilidad.
El Kintsugi es siempre personal.

Editorial: Concreto