Mi reseña:

"No sabíamos nada. No sabíamos si los hombres que se llevaron estaban vivos todavía. Nadie venía hacia nosotros. No fuimos hacia los demás tampoco, por miedo, por temor a descubrir que, allende el horizonte de nuestras tierras, no había más que silencio y muerte. No nos movimos más del pueblo, voluntariamente ahogadas por el trabajo que exige, desde el amanecer hasta la noche profunda, la boca abierta de nuestros hijos, de nuestros animales y de nuestros campos."
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En 1851, Luis Napoleón Bonaparte, desde su rol de presidente francés, realizó un golpe de estado. La zona más reaccionaria fue el interior del país, y más aún el sur, donde se organizaron pequeños ejércitos liderados por líderes comunales. Sin embargo, para 1852, toda la resistencia había sido derrotada y los pueblos de la zona quedaron completamente vacíos de hombres.
Cuando la tragedia atacó su pueblo, Violette Ailhaud, hija de uno de los líderes y narradora de esta historia, tenía 16 años. Martín, con quien planeaba casarse, junto con otro joven fueron los únicos que quedaron en el pueblo. Los únicos que pudieron enterrar.
Con el corazón y los cuerpos vacíos, las mujeres del pueblo sueñan con un hombre que se acerque por el horizonte y que les traiga su semen, su fuerza, trabajo y presencia, pero no amor. Ese hombre que habrá que compartir para que el pueblo quebrado al medio comience de nuevo y de a poco a florecer.
Violette Ailhaud murió en 1925. En su herencia, había un sobre con las instrucciones de ser abierto por el notario recién en el verano de 1952. Cuando así fuera, su contenido debía ser entregado a la mayor de sus descendientes que tuviera entre 15 y 30 años. Llegó entonces a las manos de Yvelyne el manuscrito de este libro.
El hombre semen es una novela testimonio muy breve que seguramente van a leer en un ratito. Sin embargo, la combinación de tristeza, nostalgia y esperanza quedará con ustedes mucho más tiempo. Una novela. Un poema.

Editorial: Edicola