Mi reseña:

«El tiempo existió un momento en la isla, solo para detenerse y que pudiéramos sentir su ausencia».
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¿Te gustan las historias luminosas? ¿Necesitás un descanso de lecturas con golpes bajos? Quedate que este libro es para vos.

«El año en que hablamos con el mar» es la historia de los mellizos Julián y Jerónimo Garcés, oriundos de la isla. Julián jamás en su vida se fue y hace un tiempo ya que se internó a vivir en la punta del cerro; los isleños lo ven cada vez menos. Jerónimo sí partió para explorar el mundo. La historia comienza cuando la avioneta del gringo Mike aterriza con Jerónimo como pasajero. Hace 50 años que nadie lo veía.

Una de las particularidades más bellas que tiene esta novela es el narrador. Es una voz en primera persona del plural: quienes hablan son lxs isleñxs, y son ellxs lxs que van construyendo la historia de los hermanos. Tiene un ritmo musical, hay tintes de fantasía, de realismo mágico, elementos de cuento, como maldiciones, supersticiones, pactos con el diablo y abuelas sabias. La isla, como podría ser un bosque encantado, es el escenario donde todo puede suceder, si el narrador y el oyente así lo quieren, porque «al final una historia solo existe en la forma en que se cuenta».

Andrés Montero, el autor, es narrador oral y creo que logra maravillosamente el efecto: sentí que mi abuelo me estaba contando la historia y que iba inventándola a medida que sucedía. Y eso hacen los isleños, construyen la historia que creen que más nos gustará a nosotros como oyentes/lectores (y a ellos como narradores, también).

Una belleza de libro por donde lo mires (leas o escuches). Es profundo, divertido, sensible y sensorial.  

Mucha energía de géminis, libra, acuario y piscis.

Editorial: La pollera