Mi reseña

“Pero bueno, hay otra cosa también de la que quería hablarte, una cosa otra que tenia oculta, que estaba ocultando, una que casi estaba encerrada en un armario, en una bolsa de arpillera, sanguinolenta, como un bulto que se mueve, que se agita, que se convulsiona en ambientes, en mono ambientes saturados y de colores grasientos, rojo oscuro, verde oscuro, bordó, así, así como eso, oscuro y misterioso, mortecino, denso, tengo yo cosas adentro que se mueven. Y cuando les presto un poco de atención se convulsionan y despiertan y piden justicia, piden que se las recuerde. Esa bolsa de arpillera ensangrentada, con muñones y deslenguada, que no quiere quedarse quieta y que se agita y gime y gruñe cuando siente que le llevo luz, cuando alcanza a oír que alguien acciono la puerta del armario, que alguien esta ahi.”
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Emilia vive hace varios años en Buenos Aires y regresa a su ciudad natal, Esquel. La familia de Andrea, su mejor amiga, la espera para participar del ritual fúnebre, de la ceremonia de despedida de Andrea: esparcir sus cenizas. Es agosto, en el sur del país, donde el frío llega a los huesos, donde los días son cortos, y la oscuridad te enfrenta con tus sentimientos, tus pensamientos. La novela es una suerte de carta que Emilia le escribe a Andrea, en la que le relata sin secretos ni reservas lo que siente; Emilia añora los consejos de su amiga, sus opiniones, la necesita y sólo le queda el recuerdo, la suposición de lo que habría dicho en ese momento. Esquel es el lugar donde creció, el de su infancia y su adolescencia, el lugar del que escapó en busca de su propia vida y eligió dejar atrás a su amor, su gran amor, el que quizás nunca dejo de serlo, el que pudo haber sido, y el que tal vez nunca lo vuelva a ser. Emilia deberá revolver en lo más profundo de sí, escarbar su corazón y decidir, porque su carta nunca tendrá respuesta.
“La muerte no existe y el amor tampoco” es la película basada en la novela y que está hoy en cartelera en cines selectos.

Editorial: Entropía