Mi reseña:

“Agarró un abrigo por si otra vez la chica Magnasco - la imagen que se repetía en su mente no podía ser cierta, no podía ser actual - lo invitaba a pasar horas en su casa, juntos, sin nadie más, de noche. Si él le mostrase lo que puede hacer un hombre, no forzarla, no debía - las ganas - , aunque ella le había abierto la puerta a un desconocido. La camisa del padre no, iba a guardarla, con el billete en el bolsillo. Acaso sería llave para un próximo encuentro.”
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Rubén es un hombre mayor, viudo y padre de un hijo que vive en Europa y a quien no ve hace ya dos años. Planea unas vacaciones en la playa donde solían veranear en familia, pero Cristian, su hijo, a último momento rechaza la invitación y cancela el viaje. Rubén va de todas maneras y se aloja en un hotelito de la zona. Un día el sonido de un piano lo hechiza; una adolescente toca Chopin y Bach, y Rubén no puede negar el deseo que le recorre el cuerpo, su cuerpo que hace ya mucho tiempo que no está en contacto con otro cuerpo. Los bordes de lo que Rubén realmente vive y dice, se mezclan con su imaginación.

Editorial: Eterna Cadencia