Mi reseña:

Berie, una mujer treintañera, viaja a Paris con su marido y reflexiona sobre su matrimonio emocionalmente ficticio y sobre como llegó a ser quien es hoy y a estar donde está. Sus recuerdos nos llevan a su adolescencia durante los años 70 en Estados Unidos, y a conocer a Sils, su mejor amiga, a quien admira, ama, necesita, y a quien envidia a la vez. Sils es una chica hermosa, muy atractiva y con ya cuerpo de mujer, a quien los chicos buscan; Berie desea todo eso, desea una vida así. Ambas trabajan en un parque temático que recrea cuentos de libros infantiles, un mundo ficticio, novelesco, en donde el sapo se convierte en príncipe azul y será quien nos guiará a una vida idílica, color rosa. Sils y Berie sueñan con ese paraíso. El relato melancólico de la Berie adulta refleja y funciona como una suerte de espejo de ese parque de fantasía, de esas historias que absorbemos en nuestra niñez y que nos convencen de un futuro soñado, que nos espera, hasta que nos encontramos con la realidad: ningún príncipe nos salvará, porque no hay nada de qué salvarnos, porque la vida de cuento y el “vivieron felices y comieron perdices” es una simple ilusión, una mera construcción que nos desconecta de las verdaderas vivencias, porque eso no es el amor, esa no es, muy posiblemente, la vida que deseamos. Más vale un sapo que hable que un simple príncipe de cuento.

Editorial: Eterna Cadencia

¿Quién se hará cargo del hospital de ranas? - Lorrie Moore

$24.900,00
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Berie, una mujer treintañera, viaja a Paris con su marido y reflexiona sobre su matrimonio emocionalmente ficticio y sobre como llegó a ser quien es hoy y a estar donde está. Sus recuerdos nos llevan a su adolescencia durante los años 70 en Estados Unidos, y a conocer a Sils, su mejor amiga, a quien admira, ama, necesita, y a quien envidia a la vez. Sils es una chica hermosa, muy atractiva y con ya cuerpo de mujer, a quien los chicos buscan; Berie desea todo eso, desea una vida así. Ambas trabajan en un parque temático que recrea cuentos de libros infantiles, un mundo ficticio, novelesco, en donde el sapo se convierte en príncipe azul y será quien nos guiará a una vida idílica, color rosa. Sils y Berie sueñan con ese paraíso. El relato melancólico de la Berie adulta refleja y funciona como una suerte de espejo de ese parque de fantasía, de esas historias que absorbemos en nuestra niñez y que nos convencen de un futuro soñado, que nos espera, hasta que nos encontramos con la realidad: ningún príncipe nos salvará, porque no hay nada de qué salvarnos, porque la vida de cuento y el “vivieron felices y comieron perdices” es una simple ilusión, una mera construcción que nos desconecta de las verdaderas vivencias, porque eso no es el amor, esa no es, muy posiblemente, la vida que deseamos. Más vale un sapo que hable que un simple príncipe de cuento.

Editorial: Eterna Cadencia