Mi reseña:

“Emma deseaba un varón; sería fuerte y moreno �[…] aquella idea de tener un hijo varón era como el esperado desquite de todas sus pasadas impotencia. Un varón, cuando menos, es libre; puede recorrer las pasiones y los países, atravesar los obstáculos, hincar el diente en las dichas más lejanas. Pero una mujer se halla continuamente impedida. Inerte y flexible al propio tiempo, tiene contra ella las flojedades de la carne y las dependencias legales. Su voluntad, como el velo de su sombrero retenido por un cordón, palpita a todos los vientos; siempre existe algún deseo que la arrastra y alguna conveniencia social que la retiene.”
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Emma contrae matrimonio con el primer hombre que cruza su camino, pero la vida matrimonial que le espera lejos está de ser la fantasía de una vida idílica que ella soñó. Sin posibilidad de algún tipo de independencia o de no seguir el camino de la maternidad, Emma se convierte en Madame Bovary, y abrumada por el inevitable tedio, comete el crimen del adulterio, que en ese momento, y hasta no hace tanto, era un delito penado por la ley.
Una novela clásica realista que tendría que haber leído ya, ¡mejor tarde que nunca! 

Editorial: Eterna Cadencia