Mi reseña:

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"No todas las formas de amar son comprensibles; algunas formas de amor destruyen todo lo que tocan".
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Los fetherhoughtonianos, oriundos de Fetherhoughton, un pueblo inexistente en nuestros mapas y perdido entre los páramos de esta historia, cumplen hasta los más mínimos preceptos de la religión católica. Sus visitas al confesionario traen más dudas que pecados, esas dudas que pueden transformarse en pecados al menor descuido: "¿Se puede comer mermelada los días de ayuno?". Tradicionales hasta la médula, los habitantes del pueblo serán sacudidos entonces por cambios, decisiones y nuevas presencias.
La novela comienza con la visita del obispo quien le ordena al padre Angwin, sacerdote a cargo de la parroquia y quien perdió la fe en Dios décadas atrás, que no de más misa en latín y que saque todas las estatuas de los santos, aunque ellas sean el pilar de la fe de toda la congregación. 
Pero estos cambios, tan drásticos para un pueblo aferrado a los detalles, vienen acompañados de la llegada de Fludd, un sacerdote que anuncia ser el nuevo vicario y quien hará temblar los cimientos del pueblo entero. Más fáctico que piadoso, con conocimientos sobre astrología y la capacidad de leer las manos, Fludd atraerá a los fieles de un modo inesperado y dejará entornada la puerta de las preguntas, de los deseos prohibidos, de los cuestionamientos más profundos. 
Con una prosa irónica e increíblemente atrapante, Hilary Mantel crea un personaje transformador, cuestionador y misterioso (muy plutoniano), que no sólo hará que hasta las monjas más beatas levanten la vista hacia más allá de los páramos, sino que también nosotres como lectores nos preguntemos, ¿en qué creemos? O quizás también, ¿en quién? ¿En Dios, la iglesia, o en nosotres mismes?

Editorial: Fiordo

Fludd - Hilary Mantel

$29.000,00
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"No todas las formas de amar son comprensibles; algunas formas de amor destruyen todo lo que tocan".
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Los fetherhoughtonianos, oriundos de Fetherhoughton, un pueblo inexistente en nuestros mapas y perdido entre los páramos de esta historia, cumplen hasta los más mínimos preceptos de la religión católica. Sus visitas al confesionario traen más dudas que pecados, esas dudas que pueden transformarse en pecados al menor descuido: "¿Se puede comer mermelada los días de ayuno?". Tradicionales hasta la médula, los habitantes del pueblo serán sacudidos entonces por cambios, decisiones y nuevas presencias.
La novela comienza con la visita del obispo quien le ordena al padre Angwin, sacerdote a cargo de la parroquia y quien perdió la fe en Dios décadas atrás, que no de más misa en latín y que saque todas las estatuas de los santos, aunque ellas sean el pilar de la fe de toda la congregación. 
Pero estos cambios, tan drásticos para un pueblo aferrado a los detalles, vienen acompañados de la llegada de Fludd, un sacerdote que anuncia ser el nuevo vicario y quien hará temblar los cimientos del pueblo entero. Más fáctico que piadoso, con conocimientos sobre astrología y la capacidad de leer las manos, Fludd atraerá a los fieles de un modo inesperado y dejará entornada la puerta de las preguntas, de los deseos prohibidos, de los cuestionamientos más profundos. 
Con una prosa irónica e increíblemente atrapante, Hilary Mantel crea un personaje transformador, cuestionador y misterioso (muy plutoniano), que no sólo hará que hasta las monjas más beatas levanten la vista hacia más allá de los páramos, sino que también nosotres como lectores nos preguntemos, ¿en qué creemos? O quizás también, ¿en quién? ¿En Dios, la iglesia, o en nosotres mismes?

Editorial: Fiordo