Mi reseña:

«Nadie preguntaba nada. Ni los niños ni los adultos, porque todos sabían del intercambio, y los sobrevivientes no abrían la boca ni para piar, no fuera que la madre decidiera que sobraba un hijo y que faltaba carne».

___________________________ 

Es la tercera novela que leo de Elaine Vilar Madruga y cada vez me vuelvo más fan.

Con «El Cielo de la Selva» nos sumergimos en un mundo selvático y distópico. Una hacienda que en su momento resultó un posible refugio es hoy donde viven La Vieja, Santa, Lázaro, Ifigenia; mujeres y niños a merced de una selva que demanda vida, que mata, que se hace presente con su lengua de vapor, sus colores, los seres que viven con ella. Una suerte de Gran Hermano que muestra y esconde a su gusto; nunca se sabe qué esperar de la selva. Ella deja entrar y salir, o no.

Bajo el cielo de la selva, las mujeres deben sacrificar a sus hijos para sobrevivir. La selva observa y elige; se pone roja y marca al niño quien «termina en su garganta y dentro de su mandíbula». Las mujeres están destinadas a parir, una y otra vez, hasta que el cuerpo deje de sangrar y entonces otra debe tomar el puesto. No importan los deseos ni los sueños, si no se obedece, la selva te condena al infierno.

Elaine Vilar Madruga escribe sobre la crueldad del mundo con una poesía increíble. La selva funciona como una metáfora de la crueldad del mundo, del sistema que nos somete y nos devora, del que es difícil salir. 

Un mood muy «El cuento de la criada». Imágenes potentes, una prosa lapidaria; un clima hostil, amenazador y opresivo. Leyendas, analogías, simbolismos, una obra de arte.

¿Y a vos? ¿Te devora el mundo actual?

Mucha energía de escorpio-tauro, y cáncer.

Editorial: Elefanta