Mi reseña:


"Gabi seguía viendo las publicidades de cochecitos y andadores. Rosados, rojos, amarillos, colores vivos y varias posiciones, muy livianos, fáciles de doblar. La modelo parecía contenta llevándolo por la ciudad o en la casa y doblando la estructura para ponerlo dentro del baúl de su auto. Me dio un beso en la boca, un poquito, y camino al baño tiró el vaso de café en el tacho de basura."
_______________________
Una pareja de argentinos que vive en Sydney, Australia, ha perdido a su bebé en la semana 38 de embarazo. Lo único que queda es una cicatriz en la parte baja del abdomen de Gabi. Los médicos le indican reposo absoluto y la ingesta de unas pastillas para poder sobrellevar el terrible momento. Sin embargo, luego de abandonar el hospital y el estado de shock, Gabi amanece en su casa completamente convencida de que el embarazo sigue su curso, de que Lucas todavía está por nacer. Se acaricia la panza, evita esfuerzos físicos innecesarios, tacha los días en el calendario y continúa comprando cosas por internet. Así comienza esta historia, una de pérdidas, de mala praxis y del negocio que muchas veces existe detrás de bambalinas de una clínica de fertilidad. Un narrador masculino nos transporta a lo más íntimo de un matrimonio, a sentir la vulnerabilidad de una pareja que ante el dolor de un sueño que se escurre sin aviso alguno no puede tampoco anticipar que su vida privada se transformará en una suerte de gran hermano a merced de negociantes y de la opinión pública.
Una historia atrapante hasta el final. Nunca supe qué iba a pasar.

Editorial: Metalúcida

Australia - Santiago La Rosa

$18.500,00
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Una pareja de argentinos que vive en Sydney, Australia, ha perdido a su bebé en la semana 38 de embarazo. Lo único que queda es una cicatriz en la parte baja del abdomen de Gabi. Los médicos le indican reposo absoluto y la ingesta de unas pastillas para poder sobrellevar el terrible momento. Sin embargo, luego de abandonar el hospital y el estado de shock, Gabi amanece en su casa completamente convencida de que el embarazo sigue su curso, de que Lucas todavía está por nacer. Se acaricia la panza, evita esfuerzos físicos innecesarios, tacha los días en el calendario y continúa comprando cosas por internet. Así comienza esta historia, una de pérdidas, de mala praxis y del negocio que muchas veces existe detrás de bambalinas de una clínica de fertilidad. Un narrador masculino nos transporta a lo más íntimo de un matrimonio, a sentir la vulnerabilidad de una pareja que ante el dolor de un sueño que se escurre sin aviso alguno no puede tampoco anticipar que su vida privada se transformará en una suerte de gran hermano a merced de negociantes y de la opinión pública.
Una historia atrapante hasta el final. Nunca supe qué iba a pasar.

Editorial: Metalúcida